Achís, achús, cof cof… “Naaaaaa, si esto es alergia…” (sí, claro). Bienvenida a la temporada oficial de virus. Es difícil esquivarlos todos, pero al menos podemos intentarlo con estos 6 tips aprobados por la ciencia (y por nosotras).

1. Lávate las manos (pero bien). Eso de pasarlas bajo el chorro y hala, mmm… no. Frótalas bien, entre los dedos, debajo de las uñas y durante al menos 20 segundos. Y ya, si lo haces con un jabón gustoso que huele a naranja y a lavanda, mejor que mejor. 

2. ¿Hacemos un break para un refresh? Haz pausas de ventilación cada 1-2 horas para renovar el aire del sitio en el que estés (tu casa, la ofi…). Así evitarás que los virus se acumulen y se transmitan. Y bueno, si mientras ventilas aprovechas para hacer algo de ejercicio ligero (por ejemplo, 5 o 10 minutos de estiramientos), ayudarás a tu sistema inmunitario y mejorarás la circulación.

3. Duerme con un humidificador. El aire seco es el peor enemigo de tus mucosas (sí, esas que atrapan virus). Un humidificador las mantiene ready para defenderte. Añade unas gotitas de aceite esencial y convierte tu dormitorio en un mini spa.

4. Mejor de madera. Las tablas de plástico parecen superprácticas, pero son el Benidorm de las bacterías. Sin embargo, las de madera tienen superpoderes: son antimicrobianas por naturaleza. Las bacterias que se cuelan ahí dentro… terminan desvividas.

5. ¡Limpia el móvil! Tu móvil es básicamente un ecosistema de bacterias y virus. Piénsalo: lo tocas, lo dejas en todas partes y luego te tocas la cara. Límpialo a diario con un paño de microfibra y un limpiador para pantallas. También puedes hacerlo (eso sí, con mucho cuidado) usando una gotita de alcohol y un papelito.

6. No te olvides de la lengua. Puedes tener una sonrisa de anuncio, pero si no limpias la lengua, ahí vive medio vecindario bacteriano. Cepíllala o usa un raspador.

Extra tip: si al final el virus ha entrado en ti (oooooh my God... My Shayla), recuerda que los gérmenes se instalan muy a gustito en las cerdas del cepillo y no mueren solo con agua. Para evitar reinfectarte, cambia de cepillo en cuanto hayas superado el catarro.

¡Bye, bye viruses!